¿Cómo vas de reserva cognitiva?
Reserva cerebral o cognitiva
Podríamos definir que la reserva cerebral o cognitiva es como nuestro capital mental, cuanto más tengamos, más nos podrá ayudar a compensar los posibles efectos en la eficiencia de las capacidades cognitivas, como por ejemplo el envejecimiento o las alteraciones cerebrales provocadas por demencias como el Alzheimer.
Dicho de otra manera, es la capacidad de nuestro organismo de resistir el deterioro cerebral sin presentar síntomas.
Si bien, esta reserva no es un antídoto para evitar el envejecimiento neuronal, demencias o enfermedades cerebrales. Pero sí que contribuye a retrasar el posible deterioro cognitivo. Y ¿cómo? Promoviendo una red neuronal más resistente.
Dependiendo de como reaccionen las neuronas ante ciertos estímulos y de cómo se conecten entre ellas, nuestra reserva cognitiva será mayor o menor, por lo que nuestras habilidades mentales también serán mejores o peores.
Por eso la importancia de llevar una vida saludable y unos hábitos que permitan ejercitar la mente constantemente.
Las neuronas activas pueden establecer nuevas conexiones con otras cuando mueren aquellas a las que estaban conectadas; sin embargo, las que no se ejercitan no pueden crear nuevas conexiones, por lo que acaban muriendo y ya no se pueden recuperar.
La buena noticia, es que la reserva cognitiva se puede aumentar gracias a tareas y actividades muy sencillas y asequibles como:
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La lectura: buena para ejercitar la mejoría, la concentración, para alimentar la imaginación.
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Los juegos: sobre todo los de mesa, ayudan a estimular la lógica, la memoria, el cálculo, la capacidad de planificación o la creatividad, entre otros.
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Formarse, seguir estudiando: en cualquier ámbito, desde emprendimiento, hasta clases de cocina, aprender un nuevo idioma o a tocar un instrumento musical. A nuestro cerebro le sienta muy bien el adquirir nuevos conocimientos para mantenerlo activo.
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Disfrutar de actividades de ocio: a nuestro cerebro le va estupendamente que te diviertas con cualquier actividad de ocio, como viajar, conocer nuevas culturas, el hablar con otras personas, todo esto resulta muy enriquecedor.
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Seguir una alimentación cerebro-saludable: en tu menú semanal no olvides el pescado azul, los frutos secos naturales o el aceite de oliva virgen extra, por ejemplo. Recuerda consumir alimentos con antioxidantes. Tener una alimentación sana y equilibrada es clave para el bienestar no sólo físico, si no también cerebral.
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Realizar algún tipo de ejercicio: el que más te guste, lo importante es moverse. Caminar, natación, bailar o simplemente ir al parque con tus hijos. Lo importante es estar activo cada día.
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Dormir adecuadamente: No escatimes en sueño. Es importante que lo hagas a las horas adecuadas, por la noche, para no cambiar el ritmo circadiano y no impedir descansar correctamente, algo incompatible con una buena salud mental.
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Y esto sólo por mencionar algunas recomendaciones.
A nuestro cerebro le gusta que le retemos, que le pongamos a prueba. Y lo mejor de todo es que no hay una edad para dejar de aprender.
Cambiar los hábitos o rutinas también contribuyen en gran medida para la creación de nuevas conexiones neuronales. Algo tan sencillo como lavarse los dientes con la mano contraria o ir a la oficina por un camino diferente cada día, nos puede beneficiar considerablemente.
En definitiva, llevar unos hábitos de vida saludables que permitan ejercitar la mente continuamente no traerá más que beneficios y un aumento en la reserva cognitiva.